Democracia e Identidad
La democracia es algo más
que un mecanismo para la construcción de la autoridad política y tiene relación
con los valores de bienestar colectivo y la dignidad de
las personas, siendo esto último, motivaciones y esperanzas que movieron a las
gentes en las luchas para derrumbar las dictaduras. Si la democracia no
demuestra en hechos concretos su mayor capacidad y eficiencia en el
mejoramiento de la vida de las gentes, ¿podrá sobrevivir?
Es necesario recrear la
democracia representativa asumiendo las diversas formas de democracia
participativa, en un gran sistema nacional que permita fortalecer la democracia
desde las propias bases de nuestros pueblos, que no se agoten en
momentos electorales donde se imponen las imágenes mediáticas sobre programas y
propuestas de futuro, y que respondan a las necesidades y aspiraciones de las
grandes mayorías.
En una comunidad debe
prevalecer el valor de lo humano, de la persona humana, del trabajo humano.
Debe ser la primacía neta del ser humano sobre las cosas, sobre el dinero y los
negocios, sobre la técnica y la ciencia.
Una comunidad no se
construye con individuos que sólo se definen por la función que desempeñan
al interior de un sistema de relaciones formales y abstractas, sino con
personas, pueblos y naciones diversas pero que tienen nombre propio y que
comparten un alma y un destino común.
Dentro del actual marco de
los procesos democratizadores, se perciben también síntomas y hechos nuevos
cargados de esperanza.
La sociedad despierta, es
más activa, se está organizando más, adquiere un sentido de mayor vigilancia,
control, crítica y un sentido ético, se independiza más del Gobierno y de los
circuitos de poder. Va construyendo una mayor autonomía de pensamiento, de
decisión, de acción, de iniciativas, de participación, exigiendo a los
Gobiernos políticas de Estado claras, definidas y permanentes.
Hay grupos étnicos y
minorías de diferente tipo cuya vida se ve amenazada por la violencia de la
muerte o por el peligro de la desaparición por aniquilamiento o absorción, o
simplemente por radicalizar la segregación étnica y racial.
Muchos de estos grupos, han
podido fortalecer sus capacidades y desarrollar las potencialidades de manera
tal de encontrar alternativas a su propia existencia, a su propio destino
personal y colectivo y para reivindicar sus derechos y su participación
protagónica para enriquecer nuestra sociedad. Otros necesitan se les apoye
solidariamente para que puedan recuperar sus raíces y construir su propio
futuro.
La defensa y promoción de
los derechos humanos, es otro espacio en que surgen nuevas organizaciones y
movimientos, que van asumiendo la globalidad de los mismos ya no sólo en el
ámbito personal, sino también económico, social, cívico, ético-cultural, y en
situaciones puntuales, los niños, las mujeres, los indígenas, los jubilados y
pensionados, los minusválidos, etc.
Las organizaciones de las
mujeres, ya no sólo luchan para lograr un tratamiento igual que los hombres,
sino en una serie de actividades y programas que les son propios.
Las mujeres del área popular
son las más castigadas por la crisis. Un número creciente de mujeres son cabeza
de familia. En los movimientos sociales organizados, las mujeres aportan una
gran capacidad y reserva para potenciar el tejido social.
Las organizaciones de los
jóvenes, movimientos para la defensa de los niños, de la cultura popular, por la
defensa del medio ambiente, de los consumidores y usuarios, de los que viven en
las poblaciones marginales, los que laboran en la economía informal, las
personas con limitaciones físicas, los jubilados y pensionados, enriquecen los
movimientos sociales que surgen por doquier.
Ciertas experiencias
internacionales, como el Foro Social Mundial, y más allá de sus propias
limitaciones, están generando un clima de posibles alianzas que configuran
alternativas, que reaccionan frente al pensamiento y al intento de un mercado
único, generando condiciones esperanzadoras para impulsar nuevas posibilidades
para una democracia real, otros modelos de desarrollo y una efectiva
integración regional.
No podemos aceptar que en
economía como en política o a todo lo que atañe a la sociedad humana haya
soluciones únicas y terminales como pretenden tanto el pensamiento único
neoliberal, como otros intentos ideologizantes.
Y los latinoamericanos, a
partir de los valores enraizados en nuestros orígenes, enriquecidos por la
Enseñanza Social Cristiana, constituyen una fuente invalorable e indispensable
para orientar y proyectar sociedades más humanas y dignas para todos.
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